Agricultura y ganadería: aliados invisibles en la prevención de incendios forestales
Descripción
En los últimos veranos, los incendios forestales han vuelto a ocupar titulares en toda España y en buena parte del sur de Europa. La intensificación de las olas de calor, la prolongación de los periodos de sequía y la acumulación de biomasa en los montes configuran un cóctel explosivo que convierte al territorio en terreno propicio para las llamas, un polvorín difícil de controlar. Sin embargo, en paralelo al debate sobre la falta de medios de extinción o la necesidad de una mayor planificación forestal, diferentes asociaciones agrarias y organizaciones vinculadas a la ganadería extensiva han puesto sobre la mesa un mensaje que gana fuerza: el campo cultivado y el pastoreo tradicional son herramientas esenciales para reducir el riesgo de incendios.
El mosaico agroforestal como cortafuegos natural
Desde Cooperativas Agro-alimentarias de España se subraya que los cultivos agrícolas generan “paisajes en mosaico” que actúan como auténticos cortafuegos naturales. Parcelas de viñedo, olivares, cereal o almendros intercaladas con masas forestales rompen la continuidad del combustible vegetal y dificultan la propagación de las llamas.
“Cuando un incendio se topa con un viñedo o un campo de regadío, se encuentra con una barrera eficaz. El fuego pierde intensidad y en muchos casos puede ser detenido”, señalan desde la organización. Por ello, reclaman políticas que reconozcan el valor de mantener la actividad agrícola en zonas de alto riesgo de incendio, muchas veces situadas en áreas de montaña o en territorios de difícil acceso.
Ganadería extensiva: limpieza del monte a coste cero
En la misma línea, asociaciones de ganaderos como la Federación de Razas Autóctonas de España (FEDERAPES) recuerdan que el pastoreo extensivo cumple una función que va mucho más allá de la producción de carne o leche. “Nuestras vacas, ovejas y cabras realizan un servicio ecosistémico impagable: mantienen a raya la vegetación arbustiva que, de otra manera, se acumularía en el monte como combustible”, apuntan.
Un rebaño de 300 cabras puede llegar a consumir cada día más de 1.000 kilos de matorral. A escala territorial, este efecto de “desbroce natural” equivale a miles de hectáreas gestionadas sin necesidad de maquinaria pesada ni herbicidas. De ahí que cada vez más comunidades autónomas impulsen convenios de “pastoreo dirigido”, integrando al ganado en planes preventivos contra incendios.
Por su parte, las asociaciones de razas autóctonas de vacuno de carne quieren poner en valor la ganadería extensiva y, en particular el ganado bovino de raza autóctona, “al ser la mejor y la más barata herramienta actual en la limpieza de los montes, dehesas y pastos, aprovechando al máximo los recursos y no generando un gasto específico en la prevención y extinción de los incendios. Es imprescindible que se valore la importancia de la ganadería extensiva para la limpieza del monte. Para ello debe contar con el apoyo de las Administraciones Públicas que deben poner los medios necesarios para que las explotaciones puedan incrementar los censos, no tengan limitaciones al acceso de los pastos, que cuando en el aprovechamiento de los montes se produzcan conflictos con la fauna silvestre sean rápidamente indemnizados y se aseguren unos incentivos para el mantenimiento de las explotaciones ganaderas en el medio rural”.
También la Real Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto (RFEAGAS) ha presentado el borrador de la Estrategia para un Territorio Resiliente, un programa marco que sitúa a la ganadería extensiva y a las razas autóctonas como herramientas clave en la prevención de incendios y la conservación de la biodiversidad.
La propuesta, abierta a aportaciones del sector, plantea medidas como integrar el pastoreo controlado en los planes de gestión forestal, reforzar la trashumancia como patrimonio cultural y ambiental, valorar los servicios ecosistémicos en la PAC, e impulsar campañas de sensibilización bajo el lema “Ganadería Extensiva: Un Cortafuegos Natural”.
Con este planteamiento, RFEAGAS subraya que apoyar a la ganadería extensiva es invertir en seguridad ambiental, sostenibilidad económica y patrimonio cultural vivo, además de garantizar un futuro viable para el medio rural español.
En esta misma línea, la Asociación Española de Criadores de Ganado Vacuno Selecto de Raza Asturiana de los Valles (ASEAVA) ha difundido las conclusiones de una mesa redonda en la que expertos y ganaderos coincidieron en señalar que la gestión del paisaje y del combustible en el monte —biomasa, matorral y pastos secos— es la única medida sobre la que puede actuarse de forma directa para reducir el riesgo de incendios, reforzando así el valor de la actividad agroganadera en la prevención.
La visión de las organizaciones ecologistas
Desde el ámbito ambiental, entidades como SEO/BirdLife o WWF España también reconocen el papel del sector primario. Aunque históricamente se han producido fricciones con algunos modelos de intensificación agrícola o con prácticas poco sostenibles, en lo relativo a la prevención de incendios existe un consenso cada vez mayor: el abandono rural es el gran enemigo.
“Donde desaparecen los agricultores y ganaderos, el monte se cierra, la biomasa se acumula y el riesgo de incendios se dispara”, señalan desde WWF. Por eso reclaman que la futura planificación forestal y agraria incorpore incentivos claros para mantener explotaciones viables en territorios de alto valor natural, fomentando prácticas respetuosas con la biodiversidad.
Los bomberos rurales y la mirada práctica
Los propios bomberos forestales han expresado en diferentes foros su preocupación por la pérdida de actividad agroganadera. Asociaciones como APLB (Asociación de Profesionales de Lucha contra Incendios Forestales) explican que la lucha contra el fuego no puede basarse únicamente en medios de extinción cada vez más costosos. “Si el monte está limpio gracias al ganado o si existen campos cultivados que rompen la continuidad de la masa forestal, nuestro trabajo se simplifica enormemente y se salvan muchas vidas y bienes”, aseguran.
En su opinión, los presupuestos deberían reequilibrarse para invertir más en prevención —apoyo a agricultores y pastores incluidos— que en la mera extinción.
Organizaciones agrarias: el territorio como escudo
COAG y UPA insisten en que la agricultura familiar y la ganadería extensiva son la mejor garantía para mantener vivo el territorio. “La PAC debe reconocer este papel protector. No hablamos solo de producir alimentos, sino de custodiar el territorio, evitar la despoblación y proteger nuestros pueblos frente al fuego”, indican desde COAG.
Por su parte, UPA recuerda que las explotaciones de pequeña y mediana escala suelen estar situadas en el interfaz urbano-forestal, precisamente las zonas más vulnerables a incendios. “Mantener esos espacios activos y gestionados es fundamental para que no se conviertan en una bomba de relojería cada verano”, señalan.
Grupos Operativos: innovación contra el fuego
La Política Agraria Común (PAC) ha impulsado en los últimos años numerosos Grupos Operativos de Innovación que buscan aplicar soluciones prácticas al binomio ganadería–prevención de incendios. Estos proyectos muestran que el conocimiento científico y la innovación tecnológica pueden reforzar el papel de agricultores y ganaderos en la gestión del territorio.
GO PREVINOVIC (2024-2027)
Con un presupuesto de 593.715 euros y alcance supraautonómico (Andalucía, Aragón, Madrid), este proyecto estudia cómo la ganadería extensiva de ovino y caprino puede convertirse en una herramienta sistemática de prevención de incendios. Su objetivo es caracterizar el ecosistema de pequeños rumiantes, vincularlo con la gestión forestal y aplicar tecnologías de manejo innovadoras para potenciar el silvopastoreo como servicio ecosistémico.
GO INTERFAZ (2020-2023)
Este grupo, de alcance supraautonómico (Castilla y León, Cataluña, Galicia), ha desarrollado herramientas de gestión integral de la interfaz urbano-forestal, una de las zonas más vulnerables a los incendios. Basándose en datos abiertos y cooperación entre agentes, INTERFAZ ha promovido medidas de gestión agroforestal que reducen riesgos y ponen en valor servicios ecosistémicos.
GO SILVOPASTORISMO – Pastores digitales contra el fuego (2024-2025)
Con epicentro en Andalucía, este proyecto trabaja en la digitalización del pastoreo extensivo como mecanismo de prevención. Se están utilizando sensores IoT, imágenes satelitales, inteligencia artificial y gemelos digitales para planificar pastoreos controlados que reduzcan la carga de combustible forestal. Además, busca diferenciar en el mercado los productos ganaderos ligados al pastoreo silvopastoral, creando un sello de valor añadido.
GO Monte Vecinal do Xalo (2017)
Este grupo gallego diseñó una metodología de ordenación de montes vecinales en mano común que integra criterios ambientales, sociales y culturales, superando el monocultivo de eucalipto. Su propuesta promueve una gestión multifuncional compatible con la biodiversidad, el paisaje y, de manera especial, con la prevención de incendios forestales.
GO Productividad de Pastos y Prevención (2018-2023)
En Cataluña, este proyecto integró gestión silvícola, ganadera, de hábitats y de prevención de incendios en zonas piloto como el Montnegre-Corredor, Lluçanès y la Sierra de Bellmunt. Su metodología permite valorar diferentes modelos de manejo ganadero desde cuatro perspectivas: producción, conservación de hábitats, reducción del riesgo de incendios y mejora forestal.
GO PROMINIFUN: Modelos de gestión innovadores para la mejora de productividad en áreas de minifundio
El Grupo Operativo PROMINIFUN: Modelos de gestión innovadores para la mejora de la productividad en áreas de minifundio se desarrolló entre 2019 y 2021 en involucró a las comunidades autónomas de Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Castilla - La Mancha, Extremadura, Galicia, Madrid y Navarra.
Promueve el diseño de nuevos modelos de gestión y de propuestas para la revalorización de superficies productivas potenciales. Su objetivo general es la recuperación, puesta en valor y dinamización de las áreas de minifundio en el medio rural forestal mediante el desarrollo de soluciones innovadoras en la gestión del territorio que permitan solucionar los problemas derivados del abandono del mismo.
GO ESJARA: Aceite esencial de jara para el desarrollo de la bioeconomía en el medio rural (2023-2025)
El Grupo Operativo ESJARA: Aceite esencial de jara para el desarrollo de la bioeconomía en el medio rural, por su parte, se completó entre 2023 y 2025 y tiene también un carácter supraautonómico, implicando a Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. ESJARA promueve el desarrollo del potencial de obtención de derivados de la jara y, en particular, de aceites esenciales a través de la gestión activa de los matorrales de Cistus ladanifer y Cistus laurifolius, extendiendo la actividad a nuevas superficies actualmente abandonadas y modernizando su recolección para generar un rendimiento económico a sus propietarios y contribuir a la lucha frente al cambio climático a través de la gestión forestal sostenible y la prevención de incendios.
Grupo Operativo ONDEHESA: Observación iNteligente de la DEHESA para prevenir la seca (2024-2025)
El proyecto ONDEHESA desarrollará un innovador sistema de medición, basado en dispositivos IoT, que permitirá conocer en tiempo real estado de la dehesa, a la vez que ayudará a la emisión de recomendaciones que alerten de la presencia del patógeno, junto a su grado de severidad, o incluso, a la posibilidad de que esta aparezca, antes incluso de que aparezcan indicios visuales en el propio árbol.
De entre los resultados que se obtendrán del proyecto caben destacar: Software para la detección automatizada de la seca basado en aprendizaje automático, y que ayude en su prevención y evaluación del grado de severidad, de forma que contribuya a la conservación de las dehesas. Software para la visualización de los indicadores que ayudan a prever la aparición de la seca. 40 personas capacitadas para el uso del sistema desarrollado.
Ejemplos de éxito en territorio
Más allá de los grupos operativos, en comunidades como Galicia, Cataluña y Andalucía se han puesto en marcha experiencias que confirman la eficacia del enfoque agroganadero. El programa gallego “Ovica Pastores”, el catalán “Ramats de Foc” o las prácticas de cooperativas andaluzas en olivar muestran cómo la continuidad del paisaje agrario se traduce en una mayor resiliencia frente a incendios.
Una estrategia de país
Todas las organizaciones coinciden en que el sector agrario no puede ser el único responsable de la prevención, pero sí un aliado insustituible. Mantener explotaciones activas en territorios rurales supone evitar la acumulación de combustible, fijar población en el medio rural y generar productos de calidad con un fuerte componente ambiental.
Los expertos reclaman políticas que integren agricultura, ganadería, gestión forestal, ciencia y tecnología en una estrategia común. Y subrayan un mensaje contundente: invertir en agricultura y ganadería extensiva es también invertir en seguridad frente a los incendios.
En este sentido, se aboga por una mejor coordinación para la prevención de incendios. Planes de desarrollo rural, incentivos específicos en la PAC, acuerdos con administraciones autonómicas y locales, así como campañas de sensibilización dirigidas a la ciudadanía, se perfilan como herramientas necesarias para consolidar este enfoque.
Las distintas administraciones también cuentan con iniciativas en el ámbito de la agricultura y la ganadería para contribuir a la reducción de incendios forestales, como por ejemplo el programa “Lo que no arde” de la Diputación de Lugo, que se ha reforzado recientemente con 385.000 euros (el triple que en la edición anterior), para financiar inversiones para explotaciones de caballar, ovino, caprino y porcino en régimen extensivo, incluyendo desde pastores eléctricos, collares inteligentes y vallados electrificados hasta refugios, comederos, bebederos o aplicaciones de monitorización. Con subvenciones de hasta 12.000 euros por explotación, el programa refuerza el silvopastoreo como herramienta de prevención, al tiempo que apoya la viabilidad de la ganadería extensiva, fijando población en el territorio y consolidándose como una barrera eficaz frente a los incendios.
Conclusión: cultivar y pastorear para apagar fuegos antes de que nazcan
En definitiva, el mensaje que transmiten asociaciones agrarias, ganaderas, ecologistas y profesionales de la extinción es claro: mantener la agricultura y la ganadería en el territorio es una de las mejores estrategias de prevención frente a los incendios forestales. No se trata solo de producir alimentos o de conservar tradiciones, sino de configurar paisajes más seguros, resilientes y sostenibles.
En un escenario de cambio climático que multiplica los episodios extremos, invertir en innovación en la agricultura y la ganadería es también invertir en seguridad, protección civil y futuro.